
ESCAPANDO DE LA REALIDAD
Pocos negarían que el descanso y la recreación, en su justa medida, son actividades saludables que nos permiten disfrutar más la vida y relacionarnos mejor con los demás. Todos necesitamos tiempo libre. Sin embargo, mucha gente se ha habituado tanto a escapar de la realidad que relacionarse con otros se ha convertido en una idea temible e indeseable.
El término 'escapismo' está reservado para aquellos que pasan una excesiva cantidad de tiempo lejos de la vida real hasta el punto en que parecen estar tratando de escapar de ella. Tradicionalmente considerado un extremo, el escapismo se está convirtiendo gradualmente en la norma para mucha gente
En última instancia, la forma de escapismo es relativamente poco importante. Su raíz es la incapacidad de establecer relaciones importantes con otra gente en el mundo real, y se relaciona generalmente con sentimientos de culpa, impotencia o falta de sentido. Es natural aborrecer un sistema económico de suma cero que presupone un egoísmo antinatural y trata de motivar a la gente por el miedo en lugar del amor. No es de sorprenderse que la gente trate de escapar de la depresión que sobreviene al participar en él.
LA DROGA EN CHILE
Las drogas constituyen en la sociedad moderna un grave problema social de dimensiones globales. Organizaciones criminales trafican a través de las fronteras con ellas usufructuando de la debilidad humana; muchas personas, sometidas a múltiples exigencias y estímulos que provocan ansiedad, buscan escape en las drogas.
Jorge Marín, trabajador del Centro de Rehabilitación “Crecer Chile” dice La drogadicción y todo lo asociado a hechas es una gran perdida de plata para quienes están en contra, sobre todo para los estados quienes deben combatirlas desde muchos puntos a la vez.
Chile no es un país productor de drogas en gran escala, pero sirve de tránsito al narcotráfico, y en los últimos años – en la misma medida en que hemos aumentado nuestro nivel económico – ha pasado a ser también correlativamente un país de consumo. La droga pasa y deja su secuela de destrucción. No es un tráfico inocente. En la medida en que nuestra economía se ha abierto y el Estado se ha disminuído, aprovechando del buen nombre que tienen nuestros productos en los mercados, ha comenzado a llegar droga de naciones más lejanas, con las cuales no tenemos fronteras, y ello ocurre a lo largo de todo nuestro territorio, usando todas las vías imaginables.
Una sociedad centrada sólo en la ganancia y el consumo, donde se exalta lo efímero y se valora la fama y el poder no se puede sorprender de que cada vez sean más los que cruzan el umbral de los estupefacientes prohibidos. Poner el dedo en la llaga nos lleva necesariamente a plantearnos las antiguas y siempre vigentes interrogantes sobre una sociedad mejor, más justa, más segura, donde la gente esté mejor preparada para asumir los riesgos y el cambio, una sociedad que no fomente el escapismo fácil y que tienda la mano al que ha caído en el círculo maldito
Olga Figueroa, jefa del Departamento de Prevención de Drogas del ámbito laboral del CONACE señala que “el consumo de drogas en el mundo laboral (que incluye al estudiantil) tiene implicancias en el proceso productivo, en el consumidor y su familia. Por eso, debemos preocuparnos de este aspecto, de modo de disminuir el ausentismo, los atrasos, los problemas de salud y el desgaste en el clima organizacional”.